¿Que era el Cadejo?
Una de las leyendas mesoamericanas más arraigadas es la del Cadejo. Este era un perro que se aparecía a trasnochadores o viajeros en los caminos solitarios y oscuros de la Centroamérica colonial y decimonónica, antes de la electricidad. Según los asustados caminantes, en la oscuridad de la noche un perro, blanco o negro, se les juntaba y los acompañaba hasta su destino y luego desaparecía tan misteriosamente como había aparecido. El Cadejo blanco era bueno y el negro era malo.
Mi teoría es que el famoso Cadejo no era más que el Xoloitzcuintle, perrito mudo y sin pelaje oriundo de América que nuestros antepasados precolombinos domesticaban para comérselos o para cazar. Este can no ladraba y era muy fiel. Los Nahuas y Chorotegas de Nicaragua lo cocinaban como delicatessen y lo servían junto a carne de chompipe. El Xoloitzcuintle era gris, blanco, o pardo. En la noche, la oscuridad los hacía parecer más grandes, y como se dice, en la noche “todos los gatos son pardos”.
A la llegada de los españoles en los 1520, la población de Nicaragua era de unos 500,000 indios. Entre 1524 y 1610 la población se redujo a menos de 50,000. Esto se debió más por enfermedades desconocidas por los indígenas y traídas por los españoles (sarampión, viruela, varicela, rubiola, etc.), exterminio por esclavitud y guerra, y algunos nativos enviados a Perú para ayudar a Pizarro.
Al desaparecer las poblaciones indígenas, los Xoloitzcuintles se vieron sin amos y se internaron en la selva. Sobrevivieron allí por siglos y al extinguirse por razones de cambio de hábitat y depredadores, se acercaban a los viajeros por su instinto dócil y la domesticación de siglos. Y así, nació la leyenda del Cadejo. Nunca se ha sabido que algún Cadejo, negro o blanco, haya atacado a algún trasnochador.
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