Sunday, October 13, 2013


 
 
 
 
¿Alooó? ¿Hay alguien allí?... ¿Estamos solos en el Universo?

Douglas Arroliga

 

Por siglos la humanidad se ha preguntado si somos los únicos en el universo. ¿Será que el sexto día de la creación solo sucedió en este planeta? 

La vida, tan abundante y exuberante como la vemos alrededor, es muy frágil y necesita de muchas condiciones y variables para manifestarse como la conocemos. 

En la Tierra, la vida ocurre en una ventana de más o menos cinco kilómetros de espesor alrededor del planeta. Esta ventana se encuentra desde lo alto de la estratosfera, donde encontramos algunos micro-organismos, hasta una profundidad tres mil metros bajo el nivel del mar. Allí se resume la vida tal como la conocemos en todo el sistema solar. Fuera de esta franja existe el vacío, la oscuridad, el frío espacio. Y el espacio es tan vasto que nuestra comprensión limitada no termina de dimensionar su inmensidad. 

La vida en este planeta apareció hace unos 600 millones de años. Sin embargo, el ser humano aparece recientemente, hasta hace un millón de años. Si la historia de la vida en la tierra fuera igual que un libro, y cada página de este libro contara un millón de años de historia, el libro contendría 600 páginas y el hombre aparecería hasta en la última página. 

Vivimos en una de millones de millones de galaxias esparcidas por todo el universo. Nuestra galaxia, La Vía Láctea, no es especialmente grande, ni es el centro del universo. Pertenecemos a un grupo local de galaxias donde las tres mayores son la gran galaxia de Andrómeda, la Vía Láctea, y la de la constelación del Triangulo. 

La Vía Láctea tiene forma de un remolino y su centro es como una barra de luz formada por millones de estrellas. El Sol es una estrella enana insignificante localizada a unos 30,000 años luz[1] del centro de la galaxia. El Sol y todo su sistema solar fue formado hace unos 4 mil millones de años. En todo ese tiempo el Sol le ha dado unas veinte vueltas completas a la galaxia. 

Hasta este siglo, se han descubierto unos 10 planetas, decenas de lunas, centenares de cometas y miles de asteroides viajando con el Sol a través de la galaxia. El Sistema Solar hasta donde lo conocemos no tiene más de unas 20 horas luz de diámetro. La estrella más cercana al Sol, Alfa del Centauro, se encuentra a 4.3 años luz de distancia. Esto significa que si el Sol y Alfa del Centauro fueran  como dos balines de 1mm de diámetro, estarían separados por un espacio similar al que existe entre Managua y Granada. 

Si fuéramos a utilizar una figura para describir la distancia entre los planetas del sistema solar, haríamos lo siguiente: 

Imaginémonos que nos encontramos en la sabana leonesa a campo abierto donde todo es plano a diez kilómetros a la redonda. El Sol lo imaginaríamos como una pelota de playa amarilla de un metro de diámetro. Mercurio, el planeta más cercano, sería del tamaño de un tigüilote localizado a unos 40 metros del Sol. Venus sería del tamaño de una chibola o canica, localizado a 70 metros del Sol. La Tierra, otra chibola azul localizada a 100 metros del sol. Marte, un nancite rojo pequeño, a 150 metros del Sol. Júpiter, un melón mediano achatado en sus polos a 500 metros del sol. Saturno, una naranja agria grande a 1000 metros del Sol. Urano, una naranja china del lado de la Concha a 2000 metros del Sol. Neptuno, un limón dulce leonés a 3000 metros del Sol. Plutón, ya no considerado un planeta por los astrónomos, como un guisante o petit pois colgado a 4 kilómetros del Sol. 

En ninguno de estos mundos hay vida como nosotros la conocemos. En la tierra la vida se desarrolló debido a ciertos parámetros muy especiales: un sol amarillo, ni tan frío ni tan caliente, mediano, ni súper gigante ni tan enano. Un planeta localizado no tan cerca del sol para no ser calcinado, ni tan lejos para no ser tan frío. Un planeta mediano para que la gravedad pueda sostener la vida. Si es muy grande como Júpiter la gravedad no nos permitiría movernos erguidos y posiblemente nos arrastraríamos como amebas. Si viviéramos en un planeta pequeño como Marte, la atmósfera se escaparía al espacio y los mares y la humedad se evaporarían. Necesitamos una estrella longeva que permita la evolución de la vida. Necesitamos un planeta de rotación y traslación estables, y cuyo eje se mueva para permitir las estaciones.

¿Estamos solos? No lo creo. Sería un tremendo desperdicio de espacio y materia. Sólo en nuestra galaxia en un radio de 50 años luz existen una veintena de estrellas que podrían albergar vida. Nuestra innata arrogancia humana nos hace valorar la vida sólo como nosotros la conocemos. En la tierra, la vida se desarrolló basada en el carbón. Pero en otros lados la vida se pudo haber desarrollado del silicón o de energía pura. Estando así las cosas y de acuerdo a nuestros limitados parámetros, puede ser que no seamos capaces de reconocer una nueva forma de vida aun si la tuviéramos frente a nosotros.

 

 



[1] La velocidad de la luz, 300,000 por segundo,  es la medida de distancia utilizada por los astrónomos. El Sol está a 8 minutos luz de la Tierra.

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