Monday, December 23, 2013




Los Pañales de Jesús

D. Arroliga

Dice el evangelista Lucas que la noche que nació Jesús habían pastores cerca de Belén cuidando sus rebaños (lo que da al traste con la idea que Cristo nació en diciembre, posiblemente fue en  abril), y que una multitud de las huestes celestiales instruyeron a los pastores a buscar al bebé en un establo. Les informaron que encontrarían al niño acostado en un pesebre y envuelto en pañales. ¿En pañales? ¿Qué de raro tiene envolver a un niño en pañales? ¿Si es algo común, por qué lo anuncian los ángeles como algo importante de mencionar?

En el mundo oriental de los tiempos de Cristo, los viajeros se envolvían a nivel de la cintura y genitales unas tiras de lino que serían utilizadas en el caso que alguien muriera durante la travesía. Si era así, entonces lo envolvían en esa especie de mortaja para preservar el cadáver hasta que llegaran a su destino. Así lo hizo José, siguiendo la tradición, y la llegar a Belén sin un centavo y sin encontrar posada, fueron a parar al lugar donde guardaban los animales de los viajeros. Esto en sí no es malo ni humillante. El establo era tal vez el lugar más calientito y de mayor privacidad para la parturienta, sin mencionar que era más conveniente para los otros viajeros hospedados, evitando así escuchar los gemidos y ruidos del parto, así como el llanto del recién nacido.

Al nacer Jesús, su papa Chepe se desenrolló las tiras de lino o pañales, que también le servían de calzoncillos, y María envolvió a su bebé en ellos. La costumbre data desde los tiempos del rey David. La connotación de los pañales va más allá sin embargo de su explicación prosaica. La costumbre era familiar, siendo Jesús del linaje de David, fue envuelto como se envuelve a un rey, en la misma mortaja simbólica que se usó para su muerte. Como quien dice, nacimiento y mortaja, del cielo bajan.

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