¿Quiénes eran los Reyes Magos?
D. Arroliga.
Los tres
reyes magos no eran ni tres, ni reyes, ni magos (que hacían magia). La historia de los magos es uno de los
relatos cristianos más arraigados y más legendarios. Sin embargo, el
evangelista Mateo no menciona sus nombres, cuantos eran, ni de que raza o país
eran. Mateo habla de sabios que vinieron del oriente. La tradición cristiana
les ha dado el rango de reyes y de magos. También les ha asignado nombres: Melchor,
Gaspar y Baltasar. Se ha asumido que eran tres por los tres regalos que
presentaron al tierno Jesús: oro, incienso y mirra.
La
interpretación más acertada de todo esto sería el panorama siguiente: Una casta
de sabios astrólogos/astrónomos, posiblemente de origen judío (remanentes de
judíos dejados en Babilonia después del destierro ordenado por Nabucodonosor) y
conocedores de la profecía del mesías, descubren una conjunción inusual de
planetas (Júpiter, Marte, Venus), conocido por la tradición cristiana como la ‘Estrella
de Belén’. Sabedores del simbolismo asignado a estos planetas, asumen que
alguien portentoso ha nacido en la nación hebrea, en la Judea de entonces.
Emprenden
el largo viaje de semanas, si aceptamos la tradición que venían de los
alrededores del Éufrates. En gran
séquito entran a Jerusalén, donde según el evangelista, tanto la población como
la corte del rey idumeo Herodes El Grande se turban. Herodes, rey títere
avalado por el Imperio Romano se desconcierta ante la pregunta de los
visitantes: ¿Dónde está el rey que ha nacido? Herodes no era judío y desconocía
las profecías del Mesías hebreo. Es posible que el séquito que turba a
Jerusalén fuera de decenas de personas, camellos y muchos bultos. Los sabios
posiblemente llegaron en número de unos doce hasta más de una veintena.
Una vez
enterados los sabios que la ciudad donde nacería el Mesías, según la profecía,
era Belén Efrata (fértil, fructífera),
siguen su viaje hacia este pueblito hacia el sur oeste de Jerusalén y teniendo
de frente la conjunción extraordinaria y deslumbrante que ellos llaman ‘su
estrella que hemos visto en el oriente’. Semanas después que la observaron por
primera vez, la conjunción de los planetas se ha puesto en oriente y aparece ahora
en occidente al ponerse el sol. Este fenómeno es normal del paso de la órbita de los planetas observados desde la
Tierra. Los sabios posiblemente sabían esto.
Al llegar a
Belén encuentran a un niño Jesús posiblemente de uno a dos años. Ya no más en
el pesebre, pero en brazos de su madre. Los sabios se postran y le adoran. Le
ofrecen regalos que sólo se destinan a reyes por su valor y simbolismo, pero
que también llevan una connotación religiosa y alegórica de la vida y muerte
del Mesías.
Los sabios
regresan a su tierra sin pasar de nuevo por Jerusalén y Herodes frustrado
ordena pasar por espada a todo niño de hasta dos años en Belén. Para entonces,
José, María y el niño estaban muy lejos, posiblemente rumbo a Alejandría, donde
tendrían familiares…y con suficientes fondos (el oro de los sabios) para
emprender una nueva vida.
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