Aniceto Prieto: Sacristán del Galope
D. Arroliga.
Aniceto es un personaje creado y protagonizado por Otto de La Rocha para los cuentos de Pancho Madrigal y Lencho Catarrán. Aniceto vive en el pueblo ficticio del Galope en algún lugar de Nicaragua. Aniceto con su amigo entrañable, Carelara, hace diabluras y le pone serenatas a las muchachas del Galope, especialmente, su eternal enamorada la Lupita.
Un día, siendo Aniceto sacristán del pueblo, se enfermó el curita de faringitis y no podía dar la misa. Le pidió a Aniceto que lo asistiera en la homilía. Ese domingo tocaba predicar acerca del milagro de la resurrección de Lázaro. Aniceto empezó muy bien, a pesar que con su acento campesino empezó a exagerar la historia. De repente, para terminar, dijo: '...y el Séñor 'Socristo dio gran voz y dijo, Lázaro! Levántate y anda. Y Lázaro se levantó y andó...!' El curita que estaba detrás de Aniceto, le jaló el balandrán de sacristán que andaba Aniceto y lo corrigió gritándole al oído molesto: 'Anduvo, pendejo!' Entonces Aniceto, se aclaró la garganta y corrigió: 'Sí, anduvo pendejo, pero después se compuso!'
D. Arroliga.
Aniceto es un personaje creado y protagonizado por Otto de La Rocha para los cuentos de Pancho Madrigal y Lencho Catarrán. Aniceto vive en el pueblo ficticio del Galope en algún lugar de Nicaragua. Aniceto con su amigo entrañable, Carelara, hace diabluras y le pone serenatas a las muchachas del Galope, especialmente, su eternal enamorada la Lupita.
Un día, siendo Aniceto sacristán del pueblo, se enfermó el curita de faringitis y no podía dar la misa. Le pidió a Aniceto que lo asistiera en la homilía. Ese domingo tocaba predicar acerca del milagro de la resurrección de Lázaro. Aniceto empezó muy bien, a pesar que con su acento campesino empezó a exagerar la historia. De repente, para terminar, dijo: '...y el Séñor 'Socristo dio gran voz y dijo, Lázaro! Levántate y anda. Y Lázaro se levantó y andó...!' El curita que estaba detrás de Aniceto, le jaló el balandrán de sacristán que andaba Aniceto y lo corrigió gritándole al oído molesto: 'Anduvo, pendejo!' Entonces Aniceto, se aclaró la garganta y corrigió: 'Sí, anduvo pendejo, pero después se compuso!'
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